La maestra en el salón de clases le dice a sus alumnos: A ver niños, díganme qué parte de mi cuerpo les gusta más, y yo les voy a adivinar qué es lo que van a ser cuando sean grandes. A ver Juanito, ¿qué te gusta más de mi cuerpo? Su pelo, maestra. La maestra le responde, entonces tú vas a ser peluquero cuando seas grande. A ver Luisito, a ti, ¿qué te gusta más de mi cuerpo? Sus ojos, maestra. ¡Ahh!, entonces tú vas a ser oculista Luisito. A ver Diego, ¿y a ti? A mí me gustan sus dientes, maestra. Muy bien, entonces tú serás dentista cuando seas grande Diego. A ver Pepito, ahora dime tú lo que más te gusta de mí. Yo para qué le digo maestra, acabo de descubrir que quiero ser lechero. |
Un famoso gay, que tantas veces había dado y tantas otras recibido, un buen día muere y llega en presencia de San Pedro. El Santo le dice, de manera paternal: - "Querido hijo, para entrar al paraíso deberás responder a mi pregunta, para la cual seguramente no estás todavía preparado. Entre tanto, toma esta pastilla". Y le da un comprimido blanco del tamaño de un botoncito, - "Vuelve a la tierra y tómala con un poco de agua; luego, vuelve a mí". El mariconazo, estupefacto, lleva a cabo la orden y, después de algunos minutos, comienza a sentir un gran malestar de panza; corre al baño, donde se libera en una terrible y maloliente diarrea por 10 minutos seguidos. Una vez terminada, se reencuentra, blanco y demacrado, frente a San Pedro, que lo mira con ojo clínico, y le dice: -"Aún no te encuentro listo", y le da una pastilla del tamaño de un fríjol y lo intima a comportarse como la vez anterior. Esta vez, el efecto de la pastilla es terrible: el mariconazo caga diarrea ininterrumpidamente por 3 horas, y luego, extenuado, se encuentra delante del Santo. Después de un atento examen, San Pedro le dice - "Todavía no estás listo" Y le da otra pastilla, ahora de la dimensión de una nuez. El efecto es horroroso, espantoso, bestial... una megacagada de 12 horas, con fisura y hemorroides múltiples. El maricón, ya convertido en una larva humana, vuelve delante del Santo hombre, que lo mira y aprueba con la cabeza: -"Sí, sí, ahora seguramente estás listo para mi pregunta: ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿has entendido para qué sirve el culo?. |
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